Por unos minutos vamos a dejar de lado los videojuegos para que reflexionemos sobre un problema real, pero que demasiado a menudo le damos la espalda. Antes de termines de leer este artículo, el número de niños expuestos a ser víctimas de la pornografía infantil habrá aumentado. Personalmente siempre he creído que las estadísticas son estimaciones, y en este caso pienso igual. La diferencia está en que esta vez afecta a un colectivo indefenso y del cual hemos formado parte todos en un periodo de nuestra vida; luego entiendo que es responsabilidad de todos frenar algo tan grave que alcanza cotas inimaginables de depravación.
Dicen los entendidos que hay situaciones vividas cuando se es niño que pasan factura durante toda la vida. Puede ser el miedo a ahogarse porque tragamos agua aquel día mientras aprendíamos a nadar, miedo a los perros porque ese animal pensó que estábamos jugando cuando chillábamos porque nos lamía la cara, o miedo a los payasos porque ese clown nos acarició con sus frías manos, ya que bajo la carpa de aquel circo toda estufa era poca. En los casos de abuso sexual infantil, la reacción de la víctima es, en muchos casos, el silencio. Silencio porque al principio se sabe que algo raro ha pasado pero no se comprende exactamente el qué, y silencio después porque se sabe que lo raro en realidad es algo realmente depravado y no se supo frenar a tiempo. La procesión va por dentro durante toda la vida; pasa factura día a día, se encierra y quema las entrañas de quienes lo han vivido, y a la mente salta el repulsivo recuerdo ante casi cualquier situación. El disparo mental se produce por el tacto, por el olor, por la vista, por el oído, porque en las noticias dicen que se ha pillado a otro…. pero jamás dicen se han pillado a todos. Y siguen ahí, al acecho, babeando de nuevo por el siguiente niño, y nunca tienen suficiente, y ni saben ni quieren parar.
Son como lobos con piel de cordero y se nutren de muchos elementos que les brinda la red: aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales, grupos de jóvenes, foros de debate… eres muy simpático y agradable…¿quieres ser mi amigo?…cuando no esté tu mamá me mandas una foto… yo tengo cam ¿tu tienes cam?.. yo siempre tengo caramelos, tal vez podríamos quedar en el parque y los compartimos… lo que hacemos esta bien porque solo demuestra lo mucho que nos queremos, y tu me quieres mucho, ¿a que si?… malditos enfermos, cobardes, depravados, así ardáis. No tenéis derecho a nada, y como lo sabéis, les quitáis los derechos a los que no pueden defenderse. Pero ey, no olvidéis que los niños de hoy son los adultos de mañana, y que lo están pasando por vuestra culpa implica memoria. Y la memoria puede dispararse cualquier día en la calle mientras paseáis y sin venir a cuento alguien puede deciros Hola, te acuerdas de mí, cabrón? Ahora tengo menos inocencia pero más mala leche, y es hora de que echemos cuentas.
Mientras quien debería velar por cosas realmente importantes e ilegales se dedica a perseguir a quien respeta la ley, pero deja de lado a los pederastas. No los protege, pero no sabe como buscarlos, pero tú que estás en la red sí que puedes. Denúncia. Ponles nombre y cara, cita sus puntos de encuentro, sus lugares de intercambio, ponles en evidencia, destápales y no le des la espalda a un problema que sigue en aumento y que nos afecta a todos. Delata a quien les de cobijo y alojamiento online, nombra sus canales de distribución, ataca a empresas y organismos por no hacer nunca lo suficiente por parar esta lacra que está pudriendo la sociedad desde sus cimientos: los niños. Y di NO a la pornografía infantil.
Desde Medios y Redes hoy nos sumamos a esta iniciativa. Y esperamos que tú te unas a la lucha. Puede que no sea por tí, pero podría serlo por tus hijos, por los hijos de los demás… o por el niño que llevas dentro. A por ellos, que no son pocos pero sí cobardes. Aplastémoslos y erradiquemos el problema.
