La culpa es de papá

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Papá trabajaba en una empresa a nivel nacional, y por aquel entonces, se estilaba que otras empresas cediesen sus productos de forma masiva a otras empresas para ver la aceptación que podrían tener en el consumidor final antes de lanzarlos. Y un día, papá llegó a casa con esa caja.


La caja era de cartón marrón, como de el doble de tamaño de una caja de zapatos, sin etiquetas, y en su interior había una caja negra, dos cajitas más y muchos cables. Durante el fin de semana, papá montó un taller improvisado en el comedor y procedió al despliegue. Se peleó con los cables y adaptadores durante un buen rato, y luego, conectó  uno de ellos al viejo televisor en blanco y negro y lo sintonizó.

Sobre una pantalla negra había dos pequeños palos a ambos lados y un cuadro mas o menos en el centro. Encima había dos ceros separados, y una linea dividía la pantalla en dos. Cogió uno de los mandos, pulsó un botón y el cuadro se desplazó a un lado hasta salir de la pantalla soltando un pip. Ahora había un cero y un uno. Pulsó de nuevo, el cuadrado emergió y el cuadrado desapareció otra vez por el mismo lado que antes, pero describió una trayectoria diferente. Pip.Un cero y un dos. Pulsó por tercera vez y mientras el cuadro desaparecía de nuevo, una vez mas con otra trayectoria, consiguió mover uno de los palos haciendo girar un botón redondo del mando que sostenía. Pip.Un cero y un tres. Y una vez compendió que su palo se movía tan rápido y en la dirección que sus dedos ordenaban, consiguió que el cuadrado saliera disparado en dirección contraria después de impactar contra su palo. Menuda tontería, dijo. Y se dió cuenta que yo, además de mirar la pantalla, miraba sus manos y el otro mando. Porque, amigos, había otro mando.

3 horas después yo ya había aprendido a darle soberanas palizas a mi padre, hasta el punto que podía jugar utilizando los dos mandos. Dichos logros duraron mas bien poco, porque mamá ya hacía rato que gritaba que sacáramos todo eso de la mesa porque era hora de cenar.

Aquel día, muchas cosas empezaron a cambiar en mi vida, y la culpa es de papá.